Millones de familias huyen de la guerra y el hambre, buscando un futuro mejor para sus hijos e hijas. Algunas viajan completas, otras incompletas. Un fotorreportaje de Sergi Càmara

Millones de familias huyen de la guerra y el hambre, buscando un futuro mejor para sus hijos e hijas. Algunas viajan completas, otras incompletas.

Un fotorreportaje de Sergi Càmara

Lesbos / Grecia

Anuar y Zaina con sus hijas Massome y Fatima provenientes de Afganistán, se dirigen a Alemania. «Nuestras hijas podrán tener un futuro mejor»

Martina y Shifiqa, hermanas de Mazar, Afganistán, viajan solas hacia Suiza donde sueñan tener una vida mejor.

Mohamed, su mujer Toaren y sus hijas Aisal, Samira, Seran, procedentes de Alepo, Siria, quieren ir a Suiza o Finlandia.

Rhamn y Nazira de Afganistán, con su hija Yosama y sus hijos Rami y Benjamin, Quieren ir a Suiza.

Dunkerke / Francia

Miles de personas malviven en condiciones indignas en campamentos a la espera de cruzar el Canal de la Mancha. Viven en campamentos improvisados en el norte de Francia esperando poder subir a una barca que les llevará a Reino Unido.

Muchas vienen de Irak, Afganistán, Eritrea, Irán, Pakistán y después de un largo viaje cruzando varios países tienen delante sus destino final. Más de 40.000 personas cruzaron el Canal de la Mancha en este año 2022.

Dawan y Suzan con su hija Dyana de siete años y su hijo Dani de dos años, en el campamento de Grande-Synthe. Salieron de Suleimaniya en el Kurdistán iraquí hacia Turquía. De allí una nueva ruta a Italia por mar para evitar el encierro en las islas griegas.

Hunar y su mujer Kazhim con sus hijos Varya de 5 años, Hano de 8 meses y Hevar de 8 años. Salieron de Kirkuk (Irak). Malviven en el campamento de Grande-Synthe esperando poder subir a una barca que les lleve a Gran Bretaña.

Awhar con su mujer Rezhna y su hija Nada de seis años, después de ser rescatados de una barca con problemas en el Canal de la Mancha, al intentar llegar a Reino Unido. Salieron de Erbil (Irak) hacia una vida mejor.

Hunar y Lailan con su hija Liva, procedentes del Kurdistán iraquí, en el campamento de Grande-Synthe, paso de Calais. Pasaron por Bielorrusia y relatan los malos tratos sufridos en distintas fronteras, como Polonia o Lituania. Fueron retenidos cinco días en un centro de Polonia. Han intentado cruzar el Canal dos veces: en el primer intento la policía les rompió la barca y en el segundo se la requisaron.

Goma / República Democrática del Congo

La de República Democrática del Congo (RDC) es una de las crisis humanitarias más complejas del mundo. Es el país de África con la cifra más alta de desplazados internos, con más de cinco millones de personas. De ellas, dos millones se encuentran desplazadas en la provincia de Kivu Norte.

Aunque la mayoría de desplazamientos en el país son internos, el aumento de la violencia ha obligado a cientos de miles de personas a huir a países vecinos. Hay casi un millón de congoleños refugiados en once países africanos.

Uwinama Dusabe, de 40 años, con sus hijos Benin, Ajabu y Sifa.

Masika Kalembanda junto a Kahindo.

Kanyere Mugambo junto a su hija Revira.

Baheni Benita con sus hijos Josua y Kubuya.

Arauca / Colombia

«Por la mejor vida, nos fuimos porque la situación está ruda, la economía. Está todo caro, no alcanza para nada, un sueldo en Venezuela no da para nada. Yo trabajaba en una escuela de cocinera, mi esposo en un hospital de carpintero, solo daba para comprar una harina y una mantequilla».

Entre 5,6 y 7 milones de persona salieron de Venezuela en busca de una vida mejor. Decenas de personas caminan cada día por la única carretera que une Arauca y Bogotá, de unos 620 kilómetros. «Andando podrían ser unos 20 días», comenta Camila Sequeda, técnica de JRS en Arauca. Esta organización presta ayuda en este tramo de la vía y hasta ciudades más lejanas de la ruta. Se dirigen, si tienen más contactos o fmilares, hacia Bogotá, Cali u otras ciudades de Colombia. Muchas otras van hacia Perú o Ecuador y están dispuestas a cruzar el país de norte a sur a pie, ya que no tienen recursos para pagar un transporte.

Yuri de 42 años, con su hija Carla de 15 y sus hijos Jesús, de 13, y Jonaiquer, de 4 años. Vienen de Calabozo, en el estado de Guaricó, Venezuela. Se dirigen hacia Cali, donde tienen familiares.

Marta, de 44 años, con su hija Eliana, de 9, y su hijo Manuel de 2. Su marido y dos hijas más andan unos kilómetros delante de ella. Van hacia Bogotá donde tiene a una hermana que está en la ciudad. «Aun trabajando no teníamos muchas opciones de comer, con un salario no te llega».

Luis Alfredo, de 35 años, con su mujer María, de 40, y su hijo Franklin Javier, de 4 años. Son de Yaraquy, en Venezuela. Salieron de su casa a pie y tardaron 154 días de viaje hasta la frontera. Descansaron 10 días en Arauca y ahora andan por la carretera hacia Yopal, a 300 kilómetros de Bogotá. Luego quieren llegar a Villavicencia, ya que Luis Alfredo era mecánico de motos en Venezuela y le han dicho que allí hay trabajo. «Salimos porque la cosa estaba dura: si desayunabas, no comías; y si comías, no desayunabas».

Brigenlis, de 22 años, carga a su hijo Dilan, de solo un año. Se dirigen hacia Cali donde tiene a una hermana que lleva un año allí. Ella viaja sola con su hijo y se unió en el camino a Leidy, su hija Camila y su hermano Jean Carlos.

Ucrania – Polonia – Rumanía

La guerra en Ucrania ha obligado a cerca de 7,6 millones de personas a buscar refugio en otros estados europeos, como Polonia o Rumanía, según datos de ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados). De todos ellos, más de 4 millones cuentan con protección temporal o un estatus similar en los lugares de acogida.

Además, otros siete millones de persona están desplazadas internamente en otros puntos de Ucrania. Personas que han abandonado sus hogares también.

Liana y su hermana Irina huyeron de Uma, en Ucrania, con su hijo Dasha y sus hijas Vana, María y Viola. Aquí están en la estación de Bucarest (Rumanía).

Natalia y Leandreta, hermanas que huyeron de Odesa con sus hijas Ann, Tanya y Polina. Están en Isaccea, frontera entre Rumanía y Ucrania.

Julia y su hija Renata, de Mikoláiv, Ucrania. Estación de Bucarest, Rumanía.

Svetlana con su hija Natalia, de Odesa, Ucrania, en la estación de Bucarest, Rumanía.

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