«He vivido tres décadas de guerra y nunca experimenté tanta violencia como hace un par de semanas», cuenta la sursudanesa Hermana Elizabeth Waraga, coordinadora de educación del Servicio Jesuita a Refugiados en Yambio, Sudán del Sur. El pasado mes, se produjo un intenso intercambio de disparos entre fuerzas gubernamentales y de la oposición en la pequeña ciudad de Yambio, en Sudán del Sur, obligando a la hermana Elizabeth y a sus compañeras a esconderse durante horas.
«Yambio todavía lucha para recuperarse de la violencia de este fatídico enero. La población vive con miedo y preparada para huir en cualquier momento. La tensión es muy alta y las gasolineras y los bancos están cerrados. Todas las vías dentro y fuera de la ciudad principal están controladas por los grupos armados, impidiendo que muchas personas puedan moverse. En los últimos días, miembros de la población local, que temían volver a casa, buscaron refugio en los recintos humanitarios cercanos. Por otra parte, los precios de los alimentos y de los combustibles han subido considerablemente, aumentando la desolación en esta empobrecida comunidad», dice Aidan Azairwe, director del proyecto del JRS en Yambio.
Desde diciembre de 2015, 200 casas fueron incendiadas en un solo barrio del condado de Yambio y 15.000 personas quedaron desplazadas. Las agencias humanitarias trabajan junto a la Comisión de Ayuda y Rehabilitación de Sudán del Sur para entregar artículos de primera necesidad a las familias afectadas.
Mientras la crisis en Sudán del Sur entra en su tercer año, la probabilidad de que llegue la paz parece más lejos que nunca. A pesar de que las fuerzas del gobierno y de la oposición firmaron un acuerdo de paz el año pasado, el nuevo plan para dividir el país en otros 28 estados y las continuas violaciones del acuerdo han prolongado la violencia a 2016. Por otra parte, los dos grupos armados siguen adquiriendo nuevas armas, caminando hacia la «expansión de la guerra», según un reciente informe de la Unión Africana.
La ONU ha señalado a varios grupos armados como culpables de las atrocidades contra civiles, incluyendo la quema de aldeas, la destrucción de cultivos, el abuso sexual y el reclutamiento de niñas y niños. Más de 2,3 millones de personas han sido desplazadas desde que el conflicto comenzó en diciembre de 2013.

Yambio, que solía ser un refugio seguro para los desplazados internos y los retornados, se ha añadido a la lista de zonas de conflicto de la nación. Los retornados de la comunidad de acogida han huido y han llegado nuevos desplazados internos. Los equipos del JRS sobre el terreno en Yambio han informado de que las atrocidades reportadas por la ONU reflejan sus experiencias personales.
«A lo largo de diciembre y hasta enero, hemos visto casas incendiadas y saqueadas y miles de personas huyendo de la violencia en el país. Hemos sabido de violaciones de los derechos humanos y en particular de la violencia sexual», dice Aidan.
«Todos tenemos miedo de salir, y la amenaza de violencia sexual está más presente que nunca – los grupos armados cometen actos de violencia sexual en todas partes, incluso incursionando en iglesias para violar a mujeres de todas las edades. Cada noche nos machaca el sonido de las armas de fuego y algunos días la comida es inexistente. Me pregunto cuál es el futuro de estos jóvenes en Sudán del Sur», añade Elizabeth.
Durante décadas, el JRS ha ayudado a las generaciones más jóvenes de Sudán del Sur a acceder a la educación. La organización empezó a trabajar en Yambio después de estar ofreciendo, durante años, atención educativa a los desplazados en todo Sudán del Sur durante la segunda guerra civil de Sudán. Confiaban poder acompañar a los retornados en su retorno a casa, pero se encontraron con la presente crisis que, según la mayoría, ha tenido consecuencias aún más graves para la población civil que el conflicto anterior.
«Estoy muy traumatizada por lo que está sucediendo aquí. No fue tan horrible durante la guerra con Sudán. Los civiles y la Iglesia estaban protegidos y respetados por todas las facciones, no como hoy», dice Elizabeth.
Debido a este aumento de la inseguridad, la falta de protección y la limitación de la movilidad, el JRS y otros organismos humanitarios están luchando para dar una respuesta adecuada y, a pesar de todo, lo están consiguiendo.
En 2015, el JRS en Yambio atendió a más de 4.000 personas mediante cursos de formación de maestros, becas para niñas y la mejora de la infraestructura escolar. Durante todo el año, la matrícula en las escuelas locales de secundaria apoyadas por el JRS aumentó en un 80 por ciento y la inscripción de niñas creció en un 35 por ciento.
En 2016, el JRS espera continuar con estos proyectos y comenzar a ofrecer cursos de formación profesional a más de 1.300 nuevos estudiantes. Las escuelas en Yambio abrieron el lunes, pero la matrícula es baja. Muchos estudiantes, teme Elizabeth, están buscando refugio lejos de aquí.
«El apoyo del JRS para la formación de docentes es muy importante, incluso en medio de este conflicto caótico. Los maestros aquí carecen de habilidades, pero muchas personas, especialmente las niñas, quieren estudiar y aprender. Ellas confían que el JRS las mantenga en la escuela. Esperamos que llegue la paz para que las niñas y los niños puedan volver a sus clases», añade Elizabeth.
Como Elizabeth, el JRS cree que la educación debe seguir siendo una prioridad incluso en medio de las crisis más graves.
«Sabemos que es una herramienta para el desarrollo y la paz a largo plazo. También es un derecho humano básico y permite a las personas mejorar su calidad de vida, independientemente de adonde vayan», dijo Aidan.
El JRS también está respondiendo a la crisis en Sudán del Sur con las iniciativas de educación para los refugiados sudaneses y los desplazados internos de Sudán del Sur y los miembros de la comunidad de acogida en el condado de Maban, Alto Nilo. El JRS también da prioridad a la educación para los refugiados de Sudán del Sur en el exilio.
En Kampala, Uganda, el JRS ofrece asistencia de emergencia, además de formación informática, cursos de inglés, y otras formas de educación a los sursudaneses recién llegados. En el norte de Uganda, adonde llegan diariamente 87 nuevos refugiados de Sudán del Sur, el JRS tiene previsto iniciar un proyecto de educación en 2016.
En el campamento de refugiados de Kakuma, Kenia, el JRS ofrece asesoramiento y acoge a los necesitados de protección adicional frente al abuso y la violencia sexual, además de abrir un centro de aprendizaje en una nueva zona del campo que acoge a los recién llegados de Sudán del Sur.
En Addis Abeba, Etiopía, el JRS atendió a más de 400 recién llegados de Sudán del Sur durante los últimos seis meses de 2015, con ayudas económicas de emergencia y alimentos, así como derivando a médicos y terapeutas a aquellos que sufrieron experiencias traumáticas.
A medida que los niveles de desplazamiento del conflicto en Sudán del Sur alcanzan niveles sin precedentes, los refugiados siguen queriendo aprender y construir un futuro mejor; sin embargo, el fin de la violencia es vital para asegurar que una generación más joven realmente pueda prosperar. En Yambio, las conversaciones de paz entre las fuerzas locales están en marcha, pero el JRS insiste en que una paz a largo plazo y duradera solo será posible por la acción concertada y el compromiso de los máximos líderes de Sudán del Sur.
— Angela Wells, responsable de comunicación del JRS en África Oriental